La subida desorbitada de los materiales, la falta de suministros y la explosión del coste energético acorralan a todos los sectores. Agravada por las sanciones económicas a Rusia, todos los países se enfrentan a una situación sin precedentes, que castiga especialmente a la industria a nivel internacional.
Inestabilidad continua
Si ya preocupaban las consecuencias económicas aún latentes provocadas por la pandemia de la covid-19, ahora se suma la preocupación socioeconómica por la invasión de Rusia a Ucrania, que está teniendo con un efecto directo e indirecto en el encarecimiento de materias primas para todas las industrias a nivel internacional.
Gobiernos y agentes sociales buscan acuerdos para poner en marcha rebajas de impuestos o líneas directas de ayudas a las empresas más afectadas, que están ahogadas por la inflación en los combustibles fósiles, luz y gas, provocando el colapso y desabastecimiento de la producción industrial y comercial.
Encarecimiento en el sector metal
En lo que respecta a la industria del metal, la situación es alarmante. En las últimas semanas, productos como el paladio, aluminio o el cobre han duplicado su valor. El aluminio se ha encarecido un 80%, a la vez que el gas cuesta 10 veces más que hace un año. Además, la vigencia en los precios de las materias primas ha pasado de ser de 2 ó 3 semanas a 1 ó 2 días, dificultando la aprobación de presupuestos. Estos incrementos están afectando a la ejecución de proyectos por parte de las empresas, y especialmente a las industrias electrointensivas, que en muchos países han tenido que parar producción por no poder asumir los sobrecostes energéticos.
Cuellos de botella
Industria marítima y logística
Entre las industrias más afectadas se encuentra la naval-marítima, que ha tenido que hacer frente al encarecimiento de los contenedores (de 4.000 a 20.000 dólares) o subidas del más del 35% en materiales básicos como la chapa de acero naval. A esto se le suma la problemática del combustible, que acaba repercutiendo en los precios para el consumidor y una inflación disparada.
Así mismo, tras la covid-19 muchos puertos del mundo no han conseguido recuperar su capacidad de descarga para dar salida a todos los productos que llegan. Esto produce que suban los costes de armadores, cuyos buques tienen que esperar días o semanas antes de poder acceder al muelle de descarga.
Industria automoción
La automoción, por su parte, venía enfrentándose a la crisis de los microchips, que continúa parando plantas en todo el mundo desde el pasado año. Ahora preocupa también el tema de suministros de aluminio y paladio, que son materiales clave en la fabricación de los catalizadores de los vehículos a gasolina e híbridos.
Con la encrucijada actual de Rusia, el escenario es incierto, ya que el país concentra el 40% de la producción mundial de paladio. En lo referente al aluminio, Rusia es el segundo productor mundial de aluminio primario, 6% y 3,9 millones de toneladas al año, solo superado por China, que acapara el 60% del total planetario. Pero el 45% del aluminio ruso se venía exportando a Europa (sobre todo a Alemania o Países Bajos), por lo que las sanciones económicas a Rusia están provocando ya la escasez y alta cotización de este metal a nivel global.
Dependencia energética y de suministros
Ya desde la irrupción de la covid-19, se evidenció la enorme dependencia que tiene especialmente Europa del gigante asiático chino. La crisis de los microchips es la mejor prueba de ello, pero no la única, ya que el 90% de los materiales que consume la industria europea depende de China. Es lo que ocurre con el cobalto, el litio o el manganeso, minerales necesarios para la fabricación de baterías; con el tándalo, empleado en los condensadores; o con el teluro de cadmio, imprescindible para la producción de placas fotovoltaicas.
Así mismo, a nivel energético, la guerra de Rusia en Ucrania ha dinamitado la estabilidad energética internacional, especialmente en Europa, que importa el 40% de su gas desde Rusia. Las sanciones económicas están provocando una escalada de precios en todas las energías, en parte porque el sistema energético global hace que incluso el precio de las energías renovables venga marcado por el del gas. Esto ha llevado a un incremento eléctrico y de combustible que está paralizando las cadenas de suministro y provocando huelgas y problemas de logística y transporte por los altos costes que se vuelven inasumibles.
Previsiones
Con el combustible en récords históricos, un consumo de energía masivo y los conflictos políticos que dejan un panorama totalmente incierto, es difícil aventurar hasta donde podemos llegar y cuándo se podrá consolidar la recuperación post-covid que se inició el pasado año.
En este contexto, y con una dependencia tan marcada del gigante asiático en el caso de las materias primas y de los países Euro-asiáticos en ámbito energético, la alternativa para la economía de los países occidentales pasa por un modelo económico y la búsqueda de alternativas para una fabricación propia. Todo apunta a que solo con una menor dependencia en materia industrial y energética, apostando por una relocalización europea de actividades estratégicas, podrá permitir a la industria y economía global salir de la encrucijada actual.